martes, 12 de agosto de 2014

La clarividencia de "Network" y Sidney Lumet










La primera vez que ví Network, un mundo implacable, del recientemente fallecido Sidney Lumet, fue en una cinta VHS de esas que regalaban con un periódico. Me dejó perplejo. Me empujó ver fronteras de la realidad que muy pocas obras consiguen, fue lo más parecido a tomar una pequeña dosis de LSD. Desde entonces forma parte de mi visión del mundo. En numerosas ocasiones e invitado a amigos a verla, como quien descubre algo importante y quiere compartirlo.

Hay varias escenas que se han quedado grabadas a fuego en mi memoria. El monólogo que hace Ned Beatty en su papel de Arthur Jensen es la mejor explicación de la globalización económica que he visto. Descomunal. Prácticamente bíblica. Unos minutos de conocimiento puro que ayudan a entender con una claridad meridiana cómo funciona el mundo: Flujo y reflujo…

O la escalofriante escena de las gente asomándose a las ventanas gritando: “Estoy harto y no pienso seguir aguantándolo”.

Como la también inconmensurable 12 Angry Men, de Lumet, es una obra de actores. Pero Network utiliza también otros recursos teatrales, juega mucho más con la escenografía. Las luces y sombras y los juegos de colores son parte fundamental de la película y le dan una atmósfera que roza la caricatura. Y de esa manera, exagerando nuestro mundo y sus excesos, con dosis homeopáticas de alucinación, recrea algo que el tiempo hay ido confirmando: La locura colectiva.

Probablemente el hecho de que esta película me haya impactado tanto tiene que ver con que aborda el mundo de la televisión y su matrimonio con las grandes corporaciones. Pero no es solo una película que retrata la economía y la empresa informativa, se adentra en el mundo de la locura, la metafísica, las relaciones, el vacío, la crisis… hasta alcanzar la orgía y el éxtasis.

Por si fuera poco los actores hace unas interpretaciones extraordinarias. Robert Duvall como Frank Hackett, una comadreja empresarial. Diana Christensen (Faye Dunaway) es una ejecutiva que retrata la masculinización de la mujer y encarna la diosa del espectáculo que poco a poco, como hace la araña después de procrear, engulle a Max Schumacher (William Holden), el periodista de casta convertido en dinosaurio de las ondas. Y el iluminado Howard Beale (Peter Finch), un loco imprudente que pierde los estribos en antena y cuya locura es el catalizador de la película. Su éxtasis le llevará a encontrase con las verdaderas fuerzas de nuestro mundo. En concreto con el demiurgo Arthur Jensen y toda la cosmología de la corporación.

Una obra maestra perturbadora. Realizada 1976. No se llevó el Oscar a la mejor película porque se lo dieron a Rocky. El potro italiano en esta ocasión ganó a los puntos, pero fue un combate injusto. Porque Network es una de las grandes películas de la historia del cine y Rocky, no.

Hecha a la estala de otra gran crisis, la de 1973, incluye grandes escenas que pueden ayudarnos a entender mejor la recesión que vivimos hoy. Es un ejercicio de futurismo que adelanta la televisión que tenemos hoy. Muestra como la vieja guardia del periodismo sucumbe frente al pulso del espectáculo sin escrúpulos.

Network pertenece al privilegiado grupo de obras visionarias e inmortales que da la sensación que están hechas desde fuera de la realidad.

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